Poemas y delirios de Alicia Martínez
La montaña calla
reivindica su altura

con silencio
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Desdeelsilencio
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jueves, 8 de noviembre de 2012

Ya he llegado, amado mío

Tengo muertos y los dejé partir
(Rilke, Réquiem a una amiga)

Llueve en Toledo
Las luces de los escaparates se reflejan en el torrente de agua
que busca las puertas de la ciudad para huir al río
para huir
Ayer me enamoré otra vez:
"Ya estoy aquí, amado Rainer,
ya podemos vivirla juntos"

El sol, esta mañana, parecía querer salir
desbordaba luz hacia los campos
¿Cuánto oro hay en el trigo?

Hoy sí hay prisa
por esconderse
Esa ciudad agazapada y altiva
Hoy los turistas no vendrán
se refugiarán en los cafés desaparecidos
¿Por qué no quedan tabernas en Toledo?

Aquí dejas de ser una mujer actual
solo mujer
sin tiempo
suspendida entre las nubes
y los adoquines
reflejada incansable
en el espejo deforme del agua huyendo
¿Dónde está la trascendencia?
Solo agua que corre
y desgasta las piedras
no ahora
¿Cuántas tormentas hacen falta para erosionar una piedra?
Para hacerla desaparecer sin más
convertida en polvo del camino
en ceniza, en nada

¡El agua sobre las piedras
murmullo de ángeles
escapando, escapando, escapando!
Como un batir de alas furioso
terrible, como el graznar de los cuervos
amenazados por la ciudad bajo el miradero

Un día de paraguas negros
No hay color en los paraguas toledanos
No hay color
pero sí lo hubo
Quisiera recuperar aquel paraguas amarillo
limón erótico para no desaparecer
bajo el agua
Pero hoy me han dicho en el autobús que no puedo
que si quiero cambiar me vaya a mi pueblo.
Así: " Si quiere usted imponer sus normas
le moleremos a palos los del pueblo"
Sólo había pedido la vez en la cola.

Ya soy piedra

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