La princesa cerró los ojos al enano muerto
Antes él los había lanzado abisales
contra los guerreros del Norte
contra los apátridas del Sur
contra las matriarcas del Este
contra las niñas del Oeste
Cuenca blanca, espejo de colores
despechados
Pero no era más que un enano
no daba la talla
para subvertir el orden
y las princesas volvieron a sus reinos
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